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Existe el mito de reciente factura de que a nuestros hijos no hay que ponerles límites ni exigirles el cumplimiento de normas por la falsa creencia de que se atenta contra “el libre desarrollo de su personalidad” o que podemos traumatizarlos. Nada más equivocado. Unas pautas adecuadas de crianza pueden canalizar apropiadamente esa etapa del desarrollo de nuestros hijos que con frecuencia asociamos con dificultades.
El bajo rendimiento académico, el deterioro de las relaciones con la familia, el desorden y la falta de proyectos, los riegos del alcohol y las drogas, etc., constituyen grosso modo los temas de mayor preocupación de los padres de familia. Y se puede actuar a tiempo para evitar que los problemas de nuestros hijos se agudicen y pongan en riesgo su seguridad y su futuro.